1.1.16

relanzando un clásico

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LA GUERRA DE LAS GALAXIAS: EL DESPERTAR DE LA FUERZA
data: http://www.imdb.com/title/tt2488496/

“La Guerra de las Galaxias” es más que una película de aventuras y ciencia ficción. Es un símbolo. Un símbolo generacional. Fue la primera película que inaguró una era de efectos especiales y una manera demoledora de distribución comercial. Merchandising y digitalización. La saga “Star Wars” es todo eso y una parte de nuestras vidas. Nos remite a nuestra adolescencia, a un tiempo distinto, a un etapa diferente. Tan distinta que esta historia del Bien y del Mal, tan parecida a otras, marcó nuestras almas cinematográficas en forma indeleble. Hemos visto mejores efectos especiales, guiones más profundos, actores más carismáticos. Pero “Star Wars” persiste. Más allá de sus méritos.

J. J. Abrams le tocó cargar con el desafío de relanzar esta historia, como ya lo hizo con la otra mítica saga de “Viaje a las estrellas”. Y tuvo el muy buen tino de respetar su historia. Se apoyó en todo lo bueno que tuvo la primera de las trilogías: héroes destacables, humor, acción, efectos especiales que no opacaran la trama. Básicamente, este primer paso cuenta con corazón. Y eso no es poco.

Desde lo emotivo, J. J. Abrams se apoyó en lo que despierta en el espectador el trío actoral original: Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill. Sólo basta escuchar los aplausos espontáneos de la platea cuando entra en escena Harrison Ford en la piel de Han Solo para tener la certeza de la que primera parte de la batalla ha sido ganada.

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En contraposición tenemos a otro trío joven: Daisy Ridley, John Boyega y Adam Driver con niveles más desparejos de actuación. Ridley es la que se destaca claramente del resto; lo de Boyega es menor (como su personaje) y Driver es el que tiene el personaje más interesante, el hijo de Leia y Solo que se pasó al Lado Oscuro siguiendo los pasos de su abuelo, Darth Vader. Tiene buenos momentos pero no termina de llenar la pantalla del todo.

La línea argumental de “El Despertar de la Fuerza” se puede resumir en una frase: padres e hijos. Ésta es una historia de desencuentros filiales. Padres que siguen amando a hijos que odian tener sentimientos hacia ellos; hijos abandonados que siguen esperando, en vano, al padre que los ha dejado; mentores (esos otros padres) que juzgan nuestro modo de ser y del que esperamos reconocimiento.

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Todos los personajes que se cruzan en este capítulo, son ecos del Episodio IV. Hasta la acción parece repetirse (con una Estrella de la Muerte varias veces más letal que la original). Esta apertura nos sugiere que la historia es la misma, como la lucha. Que pasan las generaciones, pero al final, como siempre, los hijos deberán tomar la contienda de los padres y hacerse grandes eligiendo de que lado de la Fuerza se ubican. No hay otra lucha, como dice un personaje, la de oponerse al Lado Oscuro.

La otra sublinea es la de héroes que rehuyen su llamado a la aventura. Rey quiere quedarse en Jakku en espera de unos padres que están inevitablemente en el pasado; Han Solo no quiere involucrarse en esta nueva guerra; Luke Skywalker está en un autoimpuesto exilio luego de haber fallado en apartar a Kylo Ren de la senda del Lado Oscuro; Finn sólo desea huir, salirse del paso de la Primer Orden. Tiene que estar Maz Kanata (detrás de la máscara, Lupita Nyong'o), ese alter ego del Maestro Yoda para recordarles cuál es la lucha, cuáles son sus habilidades y sacudirlos para que afronten su papel en la guerra que se avecina. Hay ahí una moraleja: la Fuerza se reactiva cuando aquellos que la representan asumen el rol que el Universo les ha asignado.

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Más que digno relanzamiento. Podemos decirlo: J. J. Abrams lo hizo de nuevo.

Mañana, las mejores frases.

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