21.12.17
tres triángulos
STAR WARS: LOS ÚLTIMOS JEDIS
data: http://www.imdb.com/title/tt2527336/
Otro episodio ha llegado de la saga mítica de “Star Wars”. Pero éste no es otro episodio más. Es el episodio en el que despedimos a Carrie Fischer porque, como reza un título antes de los créditos, esta película está dedicada a nuestra bella princesa. Rian Johnson nos ha dado uno de los mejores capítulos de esta historia desde “El Imperio Contrataca”. Tuvo la valentía de conjugar humor, una fotografía impactante, muchas escenas de acción y personajes que tienen algo que mostrar y demostrarse. Y en el entramado de las historias sobresale la presencia de Carrie Fischer y una idea: éste es un filme de hijos intentando despegarse de sus padres en busca de un lugar en el Universo.
Hay un tema principal en este capítulo: la Resistencia enfrenta su aniquilación. Están en una situación desesperada. Los restos de la Resistencia (no más de 4 mil combatientes) escapan por el espacio perseguidos por las huestes imperiales. No queda combustible y no pueden escapar del largo brazo de los opresores.
Detrás de este gran tema que es el espinazo de la trama de acción, están las subhistorias que sostienen esta columna vertebral y que le dan relieve emotivo. Uno es la relación de Rey, Luke Skywalker y Kylo Ren. Este triángulo está surcado por las demandas a un padre / maestro que se revela falible. Luke le ha fallado a su alumno y éste busca su muerte, como lo hizo con su padre. Rey ha descubierto unos poderes que no puede entender y que la asustan, pero está en busca de un maestro que le diga lo que tiene que hacer, como ha buscado unos padres desde su infancia marcada por la orfandad. Si Luke y Kylo Ren tiene una relación de oposición, la de Kylo Ren y Rey es de acercamiento; nace áspera la relación de Rey y Luke pero evoluciona a otro nivel. La resolución define en qué lugar de la lucha queda cada personaje. Este capítulo es el de la comprensión de lo que tiene que hacer.
Otra subhistoria es la de Poe Dameron, Leia y la Vicealmirante Holo. Nuevamente un triángulo. Pero en éste hay menos conflicto que el anterior. Porque Leia y la Vicealmirante Holo tienen el mismo objetivo: que Poe Dameron deje de ser el audaz héroe que toma riesgos y se convierta en líder. El líder sólo toma aquellos riesgos que son inevitables. El líder no pone en peligro a su grupo; debe ser lo suficientemente sagaz para saber cuándo es necesario retroceder. Y Poe Dameron no ha rendido esa materia. Ése es su aprendizaje, aunque no lo entienda. Y rinde con honores en la cueva, bajo ataque, cuando comprende lo que está haciendo Luke por los Rebeldes. En ese momento, Poe Dameron se convierte en el líder que tanto Leia como Holo estaban esperando.
Un triángulo débil es el que componen Finn, Rose y DJ. En este caso, están aprendiendo a ser héroes. El primer choque es entre Finn y Rose, cuando Finn está desertando de la nave para buscar a Rey. Finn ha perdido toda esperanza en la flota de los Rebeldes. Pero Rose lo confronta y lo obliga a continuar la lucha. Finn es un héroe. No puede abandonar la lucha por lo que representa para el resto de los combatientes. De ese primer encuentro, sale un plan para salvar a la flota. Un plan paralelo al principal que realizan sin conocimiento de la Vicealmirante Holo.
Cuando el plan se encuentra en un callejón sin salida, reciben la ayuda del otro vértice del triángulo, DJ (breve pero importante participación de Benicio del Toro). DJ deambula en el cinismo de la autopreservación, el del personaje que flota entre dos bandos en pugna, descreyendo de ambos, buscando la salvación individual. No hay ideales en DJ. Puede estar en un lado u otro, según la situación. En el final es el traidor, no por motivos personales, sino lógicos: no hay modo de oponerse al Imperio. La lógica indica que sólo cabe salvarse. Pero el héroe ve la chance que otros no ven, la oportunidad que es ciega a la racionalidad.
Sospechamos que veremos en próximos episodios a DJ. Y que él encontrará su destino. Pero lo que logra por oposición, en este capítulo, es que Finn defina su postura: ha sido educado para luchar; ahora sabe porqué luchar. Rose aporta un momento antológico, cuando Finn está por inmolarse en un ataque suicida. Ante la pregunta de Finn de porqué lo ha salvado, responde con la sabiduría del héroe: “Así es como vamos a ganar. No peleando contra lo que odiamos, sino salvando lo que amamos”. La tentación del heroísmo ha sido respondida de modos diferentes por estos tres personajes en tensión. Cada uno ha revelado (enseñado) algo al otro, aunque sea, como en el caso de DJ, como contraejemplo.
Es interesante notar la simetría de que estos tres triángulos se desarman por la anulación de uno de los vértices. En el primero, Luke se enfrenta a Kylo Ren y su final tiene “paz e intención”. Su sacrificio da una oportunidad a la Resistencia y promueve un ejemplo inspirador para la siguiente generación de luchadores (el niño que contempla las estrellas y blande una escoba como un sable láser, en la escena final). En el sacrificio de Holo está el objetivo de proseguir el combate y de dar una oportunidad más a la Resistencia. El último triángulo se desarma por la retirada de DJ. Es una abdicación, una renuncia a la batalla. Lo que Rose impide es que otro vértice del triángulo se inmole sin paz ni intención.
De la disolución de esos triángulos quedan, un enfrentamiento épico (Rey y Kylo Ren), el nacimiento de un líder (Poe Dameron forma para tomar la posta de Leia) y el amor de Rose y Finn. Sobre estas dinámicas personales pivotearán los próximos episodios.
Sobre estas sólidas estructuras se vertebra la acción de “Star Wars: los últimos Jedis”. Rian Johnson la sazona con humor (en los diálogos y en gags visuales) y una paleta de colores en contraste con la primacía del rojo y el blanco. El guion es tan firme que permite, bajo la superficie, hacer brillar a todos los actores que tienen su momento de gloria en este capítulo. (Nos quedamos con ganas de ver algo más de Laura Dern).
Carrie Fischer brilla en esta última participación. Arrebatada por la muerte, cada frase tiene un eco sobre la realidad paralela a la ficción. Cuando Mark Hamill le toma el rostro y le dice que “nadie se va, en realidad, nunca”, sentimos que no se lo está diciendo a la Princesa Leia, sino a nosotros. Y efectivamente, no importa cómo se desgajen los frutos de este árbol por el imperio del tiempo: siempre estará esta historia y sus héroes en nuestro corazón.
Ni aún la muerte podrá opacar el recuerdo de la Princesa juvenil que empuñaba un arma cubriendo una retirada en los lejanos tiempos de nuestra adolescencia.
Hoy, que ya no está, brilla más fuerte que nunca.
Mañana, las mejores frases.
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