15.3.18
ácida comedia negra sobre ruedas
YO, TONYA
data: http://www.imdb.com/title/tt5580036
Posiblemente, “Yo, Tonya” es la joyita oculta de las películas nominadas al último Oscar. Escucharon mucho hablar de “Lady Bird” y de “Llamame por mi nombre” pero poco de esta película dirigida por Craig Gillespie. Bueno, les aseguro que se van a divertir mucho más que con las mencionadas.
“Yo, Tonya” es una negrísima comedia sobre la patinadora estadounidense Tonya Harding. Tonya se hizo famosa por dos cosas: fue la primera mujer en la historia del patinaje sobre hielo que hizo un Triple Axel. ¿Qué es un Triple Axel? Lo describe uno de los personajes: “Patinas hacia atrás, luego despegas desde una posición de delante en tu pierna izquierda y de alguna manera... te lanzas ciegamente por tres y media rotaciones como si fueras jodidamente ligera lo cual, les digo, Tonya nunca lo fue. Aterrizas en el pie opuesto en el borde exterior trasero de esa delgada cuchilla”. ¿Quedó claro? ¿No? Bueno, mirenlo, tal como fue:
También se hizo conocida porque, un par de años después, se vio involucrada en el escándalo de la agresión a Nancy Kerrigan, su competidora, a la que le golpearon la rodilla en un atentado antes de una olimpíada. Descubrieron quién fue: un matón contratado por el marido de Tonya.
Esos fueron los dos hechos cumbres en la vida de Tonya Harding. Pero la película no trata tanto de contar eso, sino de describir a una chica medio machorra, de familia humilde disfuncional, padre ausente (literalmente ausente, se fue de casa), con una madre violenta y un novio / marido golpeador. La violencia fue el medio de comunicación en la vida de Tonya. Y no es raro que hasta el final (aún en la última escena), la violencia sea su forma de resolver sus problemas. Tonya es consciente que sólo la destaca el patinaje. Y, su entorno, su propia formación, la lleva a arruinar la única cosa en la que es distinta.
No hay héroes en este guion de Steven Rogers. Son todos unos miserables. Incluyendo la protagonista que, a cada rato, dice que no fue culpa suya. Pero la que se lleva las palmas es LaVona, la madre de Tonya, un ser capaz de destruir la moral de una hija con un par de palabras. En una de las tomas del falso documental que se intercala entre las escenas de ficción, la vemos con un tapado, un tubito de oxígeno y un loro en el hombro. No es ficción. Así salió en una nota. Y el cuarteto se completa con Jeff, el marido violento, que la ama y la aporrea en dosis iguales y su amigo, el idiota Shawn, que se vanagloria de conocer el mundo del espionaje y la seguridad pero es un cuatro de copas que aún vive con sus padres.
¿Hay moraleja en “Yo, Tonya”? No. O, tal vez, sí: que el mundo está plagado de idiotas y malvados que suelen arruinar las mejores promesas porque, principalmente, no saben hacer otra cosa. Es su naturaleza. ¿Qué se puede esperar?
El guion es ágil, ácido, con muchas situaciones de humor y de apuntes oscuros sobre sus personajes. Es muy bueno. Pero la actuación es soberbia. Primera, Margot Robbie, la australiana de la que nos enamoramos en “El Lobo de Wall Street” y que, en cada película, logra subir el listón y destacarse del resto del elenco. En esta ocasión, a sus dotes para la comedia, hay que agregarle el tono dramático. Y da una interpretación muy pero muy buena. La otra que roba la pantalla, es Allison Janney. Su interpretación de la madre es tan lograda que dan ganas de esperarla a la salida del cine para pegarle. Es de antología escuchar las frases de su personaje, con un alto nivel de agresividad, expresadas sin levantar la voz.
Vale la pena agendar esta película porque no merece pasar de largo ante los espectadores. Mezclada en el barullo de los estrenos previos a los Oscars, “Yo, Tonya” es de lo mejorcito en la pantalla argentina actual. No la dejen pasar. Se van a divertir mucho.
Mañana, las mejores frases.
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